

SATURNO-RAHU Y EL NUEVO PAPADO
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Tras el fallecimiento del Papa Francisco el 21 de abril de 2025 es crucial notar que este fallecimiento ocurre poco después del eclipse solar del 29 de marzo de 2025, que tuvo lugar en el mismo signo de Piscis, con una significativa acumulación de planetas allí, según el zodiaco sideral. Según las normas establecidas, el cónclave para elegir al nuevo Papa debe comenzar entre 15 y 20 días después del fallecimiento del pontífice. Esto sitúa el inicio del cónclave entre el 6 y el 11 de mayo de 2025. La duración del cónclave es variable y depende de la rapidez con la que los cardenales electores alcancen un consenso. Considerando estos plazos, es probable que el nuevo Papa sea elegido y presentado al mundo entre el 8 y el 15 de mayo de 2025. Eso quiere decir que el nuevo papado iniciara con Saturno-Rahu-Venus en Piscis.
Piscis: Corazón Espiritual de la Iglesia Universal
En la astrología védica, Piscis, regido por Júpiter, resuena con la esencia misma de la espiritualidad, la compasión, la caridad, el sacrificio y el amor místico. Este signo de agua mutable simboliza lo trascendente, el refugio sagrado, la vida monástica y el clero. La vinculación de la Iglesia Católica con el signo de Piscis tiene raíces profundas en la simbología cristiana primitiva, y tanto el ICTUS (pez en griego) como la Barca del Pescador (referencia a San Pedro) son elementos clave en esta asociación.
Aquí te explico por qué:

- El ICTUS (ΙΧΘΥΣ): Esta palabra griega significa “pez” y se convirtió en un acrónimo secreto y un símbolo de identificación para los primeros cristianos durante las persecuciones. Cada letra representaba una verdad fundamental de su fe:
- Ι (Iota): Ἰησοῦς (Iēsous) – Jesús
- Χ (Chi): Χριστός (Christos) – Cristo
- Θ (Theta): Θεοῦ (Theou) – de Dios
- Υ (Upsilon): Υἱός (Huios) – Hijo
- Σ (Sigma): Σωτήρ (Sōtēr) – Salvador
- La Barca del Pescador (San Pedro): En los Evangelios, Jesús llama a Simón Pedro, un pescador, a ser “pescador de hombres” (Mateo 4:19). Pedro se convierte en el primer Papa y una figura central en la fundación de la Iglesia. La imagen de la barca de Pedro navegando por las aguas turbulentas del mundo se convirtió en una metáfora de la Iglesia Católica, guiando a los fieles a través de las dificultades hacia la salvación. Piscis, como signo de agua y asociado con los océanos y la pesca, encaja perfectamente con esta simbología.
La Conjunción Saturno-Rahu en Piscis: Entre la Tradición Radical y la Ruptura Estructural
La presencia conjunta de Saturno y Rahu en Piscis dibuja un panorama complejo. Saturno, planeta de la disciplina, la estructura y la tradición, al unirse con Rahu, el nodo lunar de la radicalización, la ambición desmedida y la transgresión de los límites, crea lo que en la astrología védica se conoce como Shrapit Yoga, una “unión maléfica” que puede señalar obstáculos y tensiones significativas. En el contexto de Piscis, este aspecto podría manifestarse como:
- Una profunda reforma estructural con una inclinación hacia el tradicionalismo extremo: Rahu podría exacerbar la tendencia de Saturno a la preservación, impulsando una reinterpretación fundamentalista de las doctrinas y prácticas eclesiásticas.
- El surgimiento de un pontífice con una visión dogmática y austera: Este líder podría enfocarse en restaurar una idealizada “pureza original” de la Iglesia, desafiando las corrientes más progresistas.
- Una intensificación de las tensiones internas: Se podrían exacerbar los conflictos preexistentes entre las facciones conservadoras y modernistas dentro del Vaticano.
- Desafíos a la estabilidad institucional: La combinación de la rigidez de Saturno con la naturaleza disruptiva de Rahu podría generar turbulencias y poner a prueba la solidez de las estructuras clave de la Iglesia.
El Bálsamo de Venus Exaltado: Devoción, Belleza y un Llamado a la Unidad
Afortunadamente, la presencia de Venus exaltado en Piscis ofrece un contrapeso a la potencial severidad de Saturno y Rahu. Venus, en su signo de mayor fortaleza, irradia amor devocional, aprecio por la belleza litúrgica y un espíritu de reconciliación. Esto sugiere que el nuevo Papa podría ser una figura que, aunque posiblemente austera en su enfoque doctrinal, posea una profunda conexión espiritual y una apreciación por la expresión estética de la fe. Podríamos presenciar un renovado énfasis en elementos como el canto gregoriano, la simbología sagrada, el arte sacro, las procesiones y la oración contemplativa, buscando movilizar la devoción como una fuerza espiritual en un mundo secularizado.
Un Pontificado en la Encrucijada: Tensiones, Revelaciones y Repercusiones Globales

Este nuevo ciclo papal podría marcar el inicio de una etapa crucial para la Iglesia Católica, caracterizada por:
- Una redefinición del papel de la Iglesia en el escenario geopolítico: El nuevo liderazgo podría adoptar posturas firmes frente a los desafíos y las dinámicas de poder globales emergentes.
- Posturas inflexibles en temas éticos y sociales: Es posible que se observe una defensa acérrima de las doctrinas tradicionales en relación con temas polémicos como el aborto, la eutanasia y las cuestiones de género.
- Potenciales crisis diplomáticas: La elección de un Papa que rompa con los paradigmas progresistas podría desencadenar tensiones tanto internas como en las relaciones con otras instituciones y naciones.
Un Tiempo de Profundo Significado Kármico para Roma
La danza cósmica de Saturno y Rahu en el signo que representa a la Iglesia no es un evento trivial. En la astrología védica, estos planetas no solo señalan el destino, sino que también intensifican las energías presentes. Si la Iglesia Católica es verdaderamente una entidad pisciana en su esencia, este tránsito exige una atención profunda. El próximo Papa podría emerger como un restaurador radical, impulsado por la misión de “salvar el alma de la Iglesia” a través de una doctrina rigurosa y una profunda devoción. Alternativamente, este período podría representar un punto de inflexión crítico, marcando un camino hacia una transformación aún más profunda y quizás inesperada para la institución milenaria. El cónclave que se avecina no es solo una elección de liderazgo terrenal, sino un evento cargado de implicaciones kármicas para Roma y para la fe católica en todo el mundo.