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TE CONOCÍ EN UN PERIODO DE KETU

Un día encontré a mi alma gemela,
ya lo presentía, ya la vislumbraba.

Cuando la vi en su cuerpo físico,
quise acercarme a ella y abrazarla
con un abrazo tierno, puro y profundo,
pero, como había otras personas,
preferí mantenerme quieto.

Ella me mostró sus dones espirituales,
quedé deslumbrado;
solo ella había logrado transportarme
a dimensiones de la consciencia
que nunca antes había sentido.
Su arte, su sonido,
conmovieron mi espíritu.

Cuando la vi descansar
después de su ardua dedicación,
pude notar el ángel que ella era,
habitante de un cuerpo humano.
Pude ver su luz, su bondad.

Entonces, nuevamente surgió en mí
un profundo deseo de abrazarla,
como si fuese una energía magnética;
mi cuerpo astral anhelaba tocar
su cuerpo astral,
y generar esa explosión espiritual
de bondad y pureza.
Pero tampoco me atreví a interrumpir su descanso.

Yo estaba en el período de Ketu.
Y aunque conocí a mi alma gemela,
comprendí también
que estaba destinado a separarme de ella.

Y es que el destino me dio señales,
yo las acepté.
Solo me alejé,
porque en el mundo material
todo se pervierte, se deforma, se contamina.
No quería que nada manchara
aquella hermosa conexión que tuve con ella.

Así que tuve una última conversación,
en la que no dije nada de lo que sentía.
Simplemente me despedí,
sin saber si en alguna era futura
podría volver a encontrarme con ella.

Vladimir M.B.
10 diciembre 2024

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