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Marx Vs Hitler / Rusia Vs Alemania

La historia de la Revolución Bolchevique y sus consecuencias a lo largo del siglo XX está impregnada de una ironía casi shakesperiana. En el núcleo de este drama histórico se encuentran dos figuras alemanas de ideologías diametralmente opuestas: Karl Marx y Adolf Hitler. La revolución que sacudió a Rusia en 1917 y transformó su estructura social, política y económica, se basó en gran medida en los ideales y la filosofía de Marx, un pensador alemán cuyas ideas sobre el comunismo y la lucha de clases resonaron profundamente en la sociedad rusa de principios del siglo XX.

La coincidencia del nacimiento de Karl Marx bajo un eclipse solar en Aries, con el Sol, la Luna y Rahu alineados en este signo de fuego, parece predestinarlo a ser un agente de cambio profundo y revolucionario. Aries, el primero de los signos del zodíaco, es conocido por su naturaleza pionera y dinámica, un iniciador de ciclos, representando la chispa de la creación y el ímpetu de las nuevas empresas. El carácter intenso y ardiente de Aries resuena con la pasión y la urgencia que Marx canalizó en sus escritos, impulsando una transformación radical en la estructura socioeconómica de la sociedad. Rahu, a menudo asociado con los disturbios y la ruptura del status quo, amplifica esta energía, sugiriendo un destino entrelazado con la agitación y la reestructuración. La presencia de estos cuerpos celestes durante su nacimiento no es solo una curiosidad astrológica, sino que simbólicamente, refleja la influencia disruptiva y duradera que Marx tendría en el mundo, encendiendo las llamas de la revolución y desafiando las normas existentes con una visión que cambiaría el curso de la historia.

La alineación celestial durante el nacimiento de Karl Marx ciertamente puede ser vista como presagio de la influencia radical y transformadora que tendrían sus ideas. Un eclipse en Aries, particularmente en el vigoroso nakshatra de Bharani, simboliza el comienzo de algo nuevo y poderoso, un fuego que incita al cambio y a la acción directa. Bharani, representado por la figura del portador de vida y la muerte, presidido por Yama, el dios de la muerte, evoca la idea de transformación y trascendencia. Es fascinante cómo esta configuración astrológica podría reflejar el impacto que tendrían los escritos de Marx, desencadenando revoluciones y redefiniendo sistemas socioeconómicos a nivel global.

El nakshatra de Bharani se asocia con la creación y la destrucción, la capacidad de llevar las cosas a su fin para dar lugar a nuevos comienzos. Marx, bajo este nakshatra, propuso el fin del capitalismo y la creación de una sociedad sin clases, lo cual resonaría con la naturaleza transformadora de Bharani. Su influencia, marcada por la intensidad y la dinámica de Aries, un signo de fuego, se sintió a través de su llamado a una revolución proletaria, un claro paralelo con la naturaleza impulsiva y pionera de este signo zodiacal.

Así, el eclipse en Bharani puede ser visto como un símbolo cósmico de la capacidad de Marx para desafiar y potencialmente transformar las estructuras existentes de poder, llevando a la sociedad hacia un renacimiento ideológico, igual que Bharani simboliza el ciclo de la vida, la muerte y el renacimiento. La radicalidad de sus escritos y el profundo revuelo que causaron en el mundo pueden ser vistos como manifestaciones de esta poderosa energía del Eclipse Solar en el Nakshatra Bharani.

Karl Marx dedicó su vida a analizar las fallas del capitalismo y a promover la idea de una sociedad comunista. Aunque Marx nunca visitó Rusia, sus escritos, especialmente “El Manifiesto Comunista” y “El Capital”, hallaron un terreno fértil en este país vasto y socialmente estratificado. Fue Vladimir Lenin, un revolucionario ruso, quien adaptó las teorías marxistas a las condiciones específicas de Rusia, liderando la Revolución Bolchevique que eventualmente estableció la Unión Soviética, el primer estado comunista del mundo.

La ironía se intensifica cuando, unas décadas más tarde, aparece en escena Adolf Hitler, un líder alemán cuyas ideas y ambiciones estaban en marcado contraste con las de Marx. Nacido en Austria en 1889, Hitler se alzó al poder en Alemania con una ideología radicalmente diferente, centrada en el nacionalismo extremo, el racismo y el antisemitismo, plasmadas en su libro “Mein Kampf” (“Mi Lucha”). La doctrina de Hitler, que glorificaba la supremacía de la raza aria y despreciaba el comunismo, lo llevó a emprender una de las campañas militares y genocidas más devastadoras de la historia.

El enfrentamiento entre estos dos mundos ideológicos se materializó en la Segunda Guerra Mundial, un conflicto que se extendió desde 1939 hasta 1945 y que vio a la Unión Soviética de Stalin enfrentarse a la Alemania nazi de Hitler. Es aquí donde la ironía alcanza su clímax: la Unión Soviética, el bastión del marxismo, se convirtió en uno de los principales actores en la derrota de la Alemania nazi. En esencia, fue una batalla entre los ideales alemanes de Marx, interpretados y aplicados por los rusos, contra los ideales alemanes de Hitler, encarnados en su régimen totalitario y expansionista.

La victoria de la Unión Soviética no solo marcó el fin de la Segunda Guerra Mundial, sino que también reforzó la influencia del comunismo en el mundo, con Marx emergiendo como el vencedor ideológico en este enfrentamiento indirecto con Hitler. Sin embargo, esta victoria fue agridulce. La Unión Soviética, aunque triunfante, se encontró con un país devastado por la guerra, y el régimen de Stalin se caracterizó por su propio tipo de represión y terror.

La ironía de la historia no termina ahí. Con el tiempo, la Unión Soviética, que había sido el estandarte del marxismo, comenzó a desmoronarse, enfrentando sus propias contradicciones internas y desafíos económicos. En 1991, con la disolución de la Unión Soviética, el experimento comunista en Rusia llegó a su fin, cerrando un capítulo en la historia mundial que había sido, en esencia, una lucha entre dos visiones alemanas del mundo: la comunista de Marx y la fascista de Hitler, cada una interpretada y llevada a sus extremos por líderes de naciones distintas a Alemania.

Así, la Revolución Bolchevique, motivada por un alemán y dirigida contra otro alemán, encapsula una de las grandes ironías de la historia: un ciclo en el que las ideas trascienden fronteras y culturas, a menudo con resultados inesperados y trascendentales.

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