La ecuación de Einstein, E=mc², simboliza una de las revelaciones más impactantes en la historia de la ciencia. Con estas simples letras, Einstein nos mostró que la energía y la masa son equivalentes, revelando una conexión profunda entre dos conceptos aparentemente distintos.
Las palabras de Einstein resonaban en mi mente mientras observaba el cielo sombrío de aquel día. Sentí cómo las malas experiencias del día pesaban sobre mis hombros, envolviéndome en una neblina de malestar. Parecía que incluso el colchón en el que me recostaba se hundía, como si estuviera soportando toda esa mala energía. Mi sueño era inquieto y perturbado, como si todas esas malas energías se hubieran transformado finalmente en parte de mi cuerpo fisico.
Mientras que en esos días de felicidad y dicha, cuando mi ser irradiaba y compartía buena energía, el mundo parecía cambiar. Cuando me acostaba, me sentía ligero como una pluma, flotando en un océano de tranquilidad. El colchón se convertía en una nube que me acunaba suavemente. Mi sueño se volvía un remanso de paz, como si mi espíritu danzara en armonía con el universo. Es que había estado usando el cuerpo físico para hacer el bien, transformando parte de mi cuerpo en energía benefica y compartiendola.
Einstein, con su genio y comprensión del cosmos, parecía haber desentrañado asi como los Vedas, un misterio íntimo de nuestra existencia: La energía, invisible pero poderosa, podía influir en nuestro ser de manera tangible.
Aquellos días feos en los que sentía que me hundía en el colchón, parecían confirmar su afirmación: la energía pesaba. Pero también había algo esperanzador en sus palabras, ya que aquellos días llenos de buena energía me mostraban que podía flotar en la serenidad del sueño reparador.
Quizás, en última instancia, el secreto radicaba en aprender a cultivar y compartir la buena energía, como un regalo mágico que nos permitiera descansar livianos y en paz.
A medida que cerraba los ojos, permití que las palabras de Einstein y mis propias experiencias meditando se fusionaran: “Cuando medito soy más energía y menos masa, por ende, estoy menos atrapado en el condicionamiento material gravitacional. Cuando medito soy mas alma y menos materia.” ¡Amen!
